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Kosovo celebra 15 años de su independencia sin normalizar su relación con Serbia

Kosovo celebra 15 años de su independencia sin normalizar su relación con Serbia

Kosovo celebra el 15 aniversario de su declaración unilateral de independencia con el desafío de normalizar sus relaciones con Serbia mediante un diálogo amparado por la Unión Europea (UE) que, junto a EE.UU., está presionando para un acuerdo que evite otros focos de crisis ante la guerra en Ucrania.

Para la mayoría albanesa de Kosovo, el día de la independencia es una alegría y un orgullo nacional que señala la separación de Serbia, que sigue considerando a su exprovincia parte de su territorio y cuna de la nación, y se niega a reconocer su soberanía.

Los festejos incluyen una reunión del Gobierno, seguida de una sesión solemne del Parlamento, un desfile de las fuerzas de seguridad, exposiciones, una feria del libro, conciertos y ceremonias para conmemorar a los caídos en la guerra de entre 1998 y 1999 entre la guerrilla separatista y las fuerzas serbias.

Kosovo declaró la independencia el 17 de febrero de 2008, nueve años después de una guerra que causó 13.000 muertos y que terminó con una intervención de la OTAN que obligó a Serbia a retirarse de su antigua provincia.

Desde entonces, Kosovo ha sido reconocida por 117 países, entre ellos Estados Unidos, Reino Unido y la mayoría de los miembros de la Unión Europea (UE), pero no por España, Rusia y China, estas dos últimas con derecho a vetar su ingreso en las Naciones Unidas.

Todavía hoy, los albaneses étnicos y la minoría serbia viven en sociedades paralelas, sin apenas interacción, algo que se hace evidente en la ciudad dividida de Mitrovica, donde las tensiones son frecuentes.

El pasado noviembre, los serbios abandonaron sus puestos públicos en el norte de Mitrovica, donde son mayoría, enfurecidos por un ultimátum del Gobierno para que usaran en los vehículos las matrículas oficiales de Kosovo, y no las de Serbia.

Entre la desconfianza y las acusaciones mutuas, la UE lleva una década patrocinando un diálogo entre Serbia y Kosovo que ha registrado pocos avances, pese a que la normalización de las relaciones es condición para una eventual entrada en el club comunitario.

Un nuevo plan, lanzando por Francia y Alemania a mediados de 2022, y apoyado por Bruselas y Washington, parece ser más realista y esperanzador, ya que tanto el presidente serbio, Aleksandar Vucic, como el primer ministro kosovar, Albin Kurti, han dado señales positivas debido a una fuerte presión internacional.

“No es que Kosovo gane mucho, no hay reconocimiento formal (de la soberanía), pero perdería mucho si no lo firmara porque se presentaría ante los aliados como no constructivo, mientras ellos exigen que no haya otro punto frágil dentro de Europa tras la guerra en Ucrania”, afirma a EFE Lirim Mehmetaj, redactor jefe del periódico Albanian Post.

Según ese periodista, en el plan se menciona que renuncia a pretensiones territoriales de Serbia sobre Kosovo, lo que apagaría la posibilidad de un conflicto en el norte de la provincia.

Kosovo, a cambio, tendría que conceder cierta autonomía a la minoría serbia en materia de economía, sanidad, educación y justicia, pero no ejecutiva, algo acordado en 2013 pero que Pristina no ha cumplido hasta ahora, ya que exige primero que Belgrado reconozca su independencia.

Kurti, líder del nacionalista Movimiento Vetëvendosje, ha erigido hasta ahora su carrera política en la oposición a esa autonomía, ya que, advierte, podría provocar la división de Kosovo, y durante su época como líder opositor incluso organizó protestas violentas para oponerse a ello.

Entre los kosovares hay opiniones como la de Albert Krasniqi, de 24 años, que explica a EFE que los serbios “quieren crear un Estado dentro de Kosovo, como en Bosnia”.

Por su parte, Laura Kryeziu, analista y dirigente de una organización de proyectos de desarrollo, argumenta que los kosovares son “víctimas del ego político” de Kurti, al que acusa de querer salvarse a sí mismo, y no al país.

Según el sociólogo Artan Muhaxhiri, “este es el momento idóneo para llegar a un acuerdo ya que Rusia, aliada de Serbia, está debilitada por la guerra en Ucrania”.

Una situación que, mantiene, podría acabar beneficiando a Serbia, si su Gobierno se muestra “constructivo”.


EFE