
Siria: el alto el fuego calma a Sweida, tras los enfrentamientos sectarios que causaron 1.000 muertos
- Jul 20 2025
El domingo por la mañana, el ministerio del Interior sirio informó que la ciudad del sur fue despejada de todos los combatientes tribales. Los grupos drusos recuperaron el control, mientras que las fuerzas estatales anunciaron su redespliegue en la zona con el objetivo, según declararon, de restablecer la calma tras días de violencia entre combatientes beduinos y facciones drusas. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), los enfrentamientos dejaron un saldo de mil muertos.
El gobierno sirio anunció este domingo 20 de julio el fin de los enfrentamientos en Sweida, tras varios intentos fallidos de tregua. El primero de ellos fue declarado el 17 de julio, pero no se cumplió. Finalmente, el sábado se anunció un cuarto alto el fuego, esta vez mediado por Estados Unidos.
Esta ciudad del sur del país, ubicada cerca de los Altos del Golán ocupados y anexados por Israel, después de siete días, volvió a estar bajo control de los grupos drusos, comunidad mayoritaria en la ciudad y en la provincia que lleva el mismo nombre, mientras que las fuerzas estatales se replegaron en la zona.
La región se había visto sacudida por una semana de tensiones y violencia intercomunitaria que dejó mil personas muertas, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), una organización no gubernamental que tiene su sede en el Reino Unido.
“Sweida ha sido evacuada de todos los combatientes tribales y los combates en los barrios de la ciudad han cesado”, escribió en Telegram el portavoz del ministerio del Interior sirio, Noureddine Al-Baba.
Por su parte, un representante del consejo de tribus y clanes confirmó a la cadena Al Jazeera que los combatientes (beduinos) se habían retirado de la ciudad “en respuesta al llamado de la presidencia y a los términos del acuerdo”.
El OSDH señaló que desde la noche del sábado “Sweida vive una calma relativa” y precisó que las fuerzas de seguridad estatales bloquearon las rutas hacia la provincia para impedir el ingreso de nuevos combatientes tribales que, procedentes de distintas regiones del país, buscaban apoyar a las milicias beduinas locales en sus violentos choques con los grupos drusos.
Un médico local, contactado telefónicamente por la agencia de noticias AFP, confirmó bajo anonimato que la situación estaba “completamente tranquila”, aunque advirtió que aún no había llegado ayuda médica ni humanitaria.
Los enfrentamientos entre los drusos y los beduinos suníes comenzaron el 13 de julio, aunque las tensiones entre ambos grupos habían sido constantes. Según el OSDH entre las personas que perdieron la vida hay 336 combatientes drusos y 298 civiles de esa misma comunidad, incluidos 194 “ejecutados de manera sumaria por elementos de los ministerios de Defensa e Interior”.
También murieron 342 miembros de las fuerzas de seguridad del gobierno y 21 beduinos, entre ellos tres civiles “ejecutados sumariamente por combatientes drusos”, de acuerdo con la misma fuente.
Además, 15 integrantes de las fuerzas gubernamentales fueron asesinados en bombardeos israelíes, ya que este ejército afirmó haber intervenido para proteger a la comunidad drusa y al considerar amenazante la presencia de tropas sirias cerca de su frontera.
Los combates también forzaron el desplazamiento de más de 128.000 personas, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
El sábado, el gobierno sirio encabezado por el presidente interino Ahmed al-Sharaa —quien asumió el poder tras la caída de Bashar al-Assad en diciembre pasado— anunció el más reciente alto el fuego en la provincia castigada por la violencia y afirmó haber comenzado el despliegue de tropas para restaurar el orden.
El gobierno de Al-Sharaa ya había intentado desplegar tropas en Sweida el martes, pero se vio obligado a retirarlas tras los bombardeos israelíes en varias zonas del poder en Damasco. Israel alegó que su acción respondía a la necesidad de proteger a la comunidad drusa y a la amenaza que suponía la presencia de tropas sirias en esa región fronteriza.
Un alto el fuego fue posteriormente acordado entre Siria e Israel bajo la mediación de Estados Unidos, lo que permitió al gobierno de Damasco comenzar a reanudar su despliegue.
El enviado especial de Estados Unidos para Siria, Tom Barrack, declaró este domingo que el país atraviesa un “momento crítico” y llamó a que “prevalezcan la paz y el diálogo”.
“Todas las facciones deben deponer las armas”, escribió en la red social X, denunciando “actos violentos que socavan la autoridad del Estado”.
El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, pidió el sábado al gobierno sirio que “lleve ante la justicia a todos los responsables de atrocidades, incluidos aquellos dentro de sus propias filas”.
También instó a las autoridades a impedir que “el Estado Islámico y otros yihadistas violentos entren en la región y perpetren masacres”, con el objetivo de mantener vigente el cese el fuego con Israel.
El grupo Estado Islámico llegó a controlar extensos territorios de Siria e Irak al inicio de la guerra civil en 2011, y en 2014 proclamó un “califato” entre ambos países. Aunque fue derrotado en 2019 por las fuerzas kurdas sirias con apoyo de Estados Unidos, el grupo yihadista mantiene presencia activa, sobre todo en el vasto desierto sirio.
El presidente interino Al-Sharaa enfrenta un panorama complejo tras las recientes tensiones con líderes drusos e Israel. Sus esfuerzos por restablecer la autoridad estatal en Sweida y proyectarse como figura de unidad y protección para las diversas comunidades del país aún no han generado resultados visibles.
Sus llamados a la unidad y la convivencia tropiezan con la desconfianza persistente de las minorías —alauita, cristiana, drusa y kurda—, especialmente tras las matanzas ocurridas tras la caída de Bashar al-Assad, en las que participaron fuerzas cercanas al nuevo gobierno.
La demora en la publicación del informe oficial sobre esos crímenes no ha hecho más que reforzar la sensación de impunidad.
Además, según varios analistas, las nuevas denuncias de abusos cometidos por sus fuerzas en Sweida cuestionan tanto su voluntad como su capacidad para frenar el avance de discursos islamistas y revanchistas que emergen en sectores de la mayoría suní.
Muchos expertos coinciden en que uno de los grandes desafíos para Siria es la conformación de un ejército verdaderamente representativo, que integre a todas las comunidades del país.
Actualmente, el aparato militar está fuertemente influenciado por facciones islamistas suníes que fueron clave en la caída del régimen de Bashar al-Assad, lo que refuerza la desconfianza de las minorías y complica cualquier horizonte de reconciliación nacional.
France 24, AFP, EFE.