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¿Quién paga el precio de los aranceles de Trump?

¿Quién paga el precio de los aranceles de Trump?

El año pasado, Estados Unidos aplicaba aranceles con un promedio del 2% sobre sus importaciones de bienes. Tras el inicio de la guerra comercial del presidente Donald Trump, ahora tiene un arancel “efectivo” de más del 16%, el más alto desde la década de 1930. Y las tasas podrían aumentar aún más. Trump ha enviado cartas con un tono enérgico a muchos de los principales socios comerciales de Estados Unidos, amenazando con imponer nuevos aranceles el 1.º de agosto.

¿Quién paga estos aranceles? La mayoría de los economistas considera que quienes perderán serán los estadounidenses promedio, ya que los precios en las tiendas aumentarán. Trump y su círculo, en cambio, insisten despreocupadamente en que el resto del mundo asumirá la carga bajando sus precios de venta. Hasta ahora, la evidencia está dando un atisbo de esperanza a los que no saben del tema.

Los críticos de Trump dentro del ámbito económico tienen la historia y la investigación de su lado. Los estudios muestran que, cuando un país impone aranceles a sus importaciones, los proveedores extranjeros a menudo mantienen sus precios prácticamente sin cambios. El arancel se suma encima. Así ocurrió durante la primera administración de Trump, que impuso aranceles a China y a otros países. Un estudio de 2019 encontró una “transferencia completa de los aranceles a los precios internos de los bienes importados”.

Algunas empresas extranjeras están adoptando una postura similar frente a los nuevos aranceles de Trump. En abril, Ferrari aumentó hasta un 10% el precio de sus autos. La británica Ineos anunció que cobraría más por su todoterreno Grenadier. Canon, fabricante de cámaras, advirtió a los distribuidores que se prepararan para aumentos de precios.

Pero el panorama general es más benigno. Por ejemplo, hay sorprendentemente poca evidencia hasta ahora de que los aranceles se hayan trasladado a la inflación. En junio, los precios al consumidor “subyacentes” en Estados Unidos (es decir, excluyendo alimentos y energía) aumentaron un 0,2% respecto al mes anterior, por debajo del estimado del 0,3%. Los economistas han encontrado alguna evidencia de aumentos de precios inducidos por aranceles —en repuestos de automóviles, por ejemplo—, pero han tenido que buscar más a fondo de lo que esperaban.

¿Qué explica este resultado sorprendente? Las empresas estadounidenses, y no los consumidores, podrían estar pagando los aranceles al aceptar menores márgenes de ganancia, sugiere una investigación de Deutsche Bank. Algunas empresas también aumentaron sus inventarios antes de la entrada en vigor de los aranceles, lo que les permite evitar por ahora subir sus precios.

Los proveedores extranjeros de Estados Unidos también podrían estar asumiendo una mayor parte de la carga que durante el primer mandato de Trump. Nintendo, una empresa japonesa de electrónica, mantiene el precio en Estados Unidos de su consola Switch 2 en 449,99 dólares. Muchos fabricantes chinos parecen dispuestos a seguir el ejemplo de Nintendo y absorber los aranceles: Fuling, un proveedor de cubiertos, dice que sus clientes esperan que asuma “parte del aumento en los costos de los aranceles”. TIRTIR, una marca surcoreana de productos de belleza popular entre los jóvenes estadounidenses de la Generación Z, ha indicado que puede absorber la mayor parte de los aranceles. El Banco de Japón sigue los precios de exportación de los autos del país hacia Estados Unidos. En términos de yenes, han caído un 26% en el último año. Parte de esa caída puede deberse a los movimientos en el tipo de cambio. Un precio en dólares sin cambios se traduce en menos yenes cuando la moneda estadounidense está débil. Pero eso solo plantea otra pregunta: ¿por qué los fabricantes de autos japoneses no están aumentando sus precios en dólares con más firmeza?

Datos más amplios apuntan en la misma dirección. The Economist armó una serie de precios de exportación de varios de los principales socios comerciales de Estados Unidos, incluidos Canadá, Alemania y México. En el pasado, los exportadores de estos países han demostrado estar perfectamente dispuestos a subir precios: durante el pico inflacionario de 2021-22, los aumentaron en más del 15% en un período de 12 meses. Sin embargo, en el último año, el precio promedio en moneda local de sus exportaciones ha caído un 3,6%. Nada parecido ocurrió durante la primera guerra comercial de Trump.

¿Por qué los proveedores extranjeros podrían mostrarse tan comprensivos? Algunos directivos están más preocupados que antes por el consumidor estadounidense. Con la inflación alta aún fresca en la memoria, la gente insiste con enojo en que todo ya está demasiado caro. Los hogares tienen poca tolerancia para pagar precios aún más altos. Puede que lo contrario ocurra con las propias empresas extranjeras. Están en una posición financiera sólida para resistir los aranceles. Los márgenes agregados de las empresas que cotizan en mercados emergentes han aumentado en más de dos puntos porcentuales en la última década. Las empresas europeas han tenido ganancias similares. Estas compañías pueden permitirse una pequeña pérdida de ganancias, al menos por ahora.

Pronto, la economía estadounidense probablemente comenzará a sentir con mayor fuerza el dolor de la guerra comercial. Aunque algunas empresas chinas pueden haber bajado sus precios, estas reducciones no son lo suficientemente profundas como para compensar el enorme aumento de los aranceles que ahora enfrentan, señala la investigación de Deutsche Bank. Además, las empresas extranjeras que hasta ahora han asumido los costos podrían no poder soportarlos para siempre—especialmente si, como se ha prometido, la administración Trump impone aranceles aún más altos el 1.º de agosto.


The Economist
Foto: Reuters/Carlos Barria